Equisangulo. Revista Iberoamericana de Educación Matemática

Ensayo


ANÁLISIS DE LA INTERDISCIPLINARIEDAD ESCOLAR

Milagros Chávez de Tortolero
Universidad de Los Andes. Escuela de Educación
Mérida - Venezuela
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Resumen

En los últimos tiempos, se escucha hablar de la interdisciplinariedad escolar, sin embargo, hay pocas claridades al respecto. Este artículo se propone hacer una descripción de la interdisciplinariedad en el contexto de la investigación científica, para luego analizar lo que se denomina interdisciplinariedad escolar. Lo que se persigue es dar luces sobre el tema de forma tal que nos permita desarrollar una visión más crítica de las “aplicaciones” de la interdisciplinariedad escolar. Se toma como base para este análisis la propuesta epistemológica de Renoir (2004), en la que expone tres visiones de la interdisciplinariedad escolar: como fantasma producto del imaginario, como realidad existente en sí y como utopía a realizar. Finalmente, se analiza la estrategia de los proyectos pedagógicos de aula desde la perspectiva de la interdisciplinariedad escolar.

Los conceptos de inter y transdisciplinariedad en el contexto de la investigación científica

En el origen de las ciencias, en la antigua civilización griega, lo único que existía como base de la «investigación» era un deseo especial de explicar, fuera de los designios de los dioses, lo que pasaba en el universo. No existían entonces disciplinas científicas como las conocemos ahora, sino diversos argumentos que intentaban dar sentido a los fenómenos. Un ejemplo, entre muchos tantos de esta visión universal del mundo, es Aristóteles, quien escribió sobre política, física, biología, lógica, metafísica, etc.

Esta forma englobante de intentar comprender el mundo prevaleció por mucho tiempo en la historia del pensamiento humano. Así pues, durante la Edad Media, el Renacimiento e, incluso, en una parte de la edad moderna, la búsqueda de la sabiduría y del entendimiento tomaba diversas rutas simultáneamente, y en la misma persona, desde los estudios teológicos, hasta los estudios de magia y de filosofía natural, pasando por los estudios de derecho y política. No ha de extrañarnos entonces que un monje como Mendel se interesara en la forma como se transmiten los caracteres hereditarios, o que un artista plástico como Da Vinci se volcara a la invención de artefactos de ingeniería.

Las disciplinas científicas, tal como las conocemos hoy en día, es decir, como ramas del conocimiento que se manifiestan con cierta autonomía, es más bien moderna. Las disciplinas comienzan a tomar forma a raíz de la gran diversidad de objetos de estudio surgidos luego de que, con la revolución científica, fueron superados muchos de los límites impuestos por los dogmatismos religiosos y culturales. Así pues, cada ciencia se separa en un cantón según su objeto de estudio específico: la física se dedica al estudio de las relaciones entre los cuerpos, la biología a las manifestaciones del hecho viviente, la química a los vínculos internos de la materia, la matemática a las interconexiones formales de los números y las figuras geométricas, etc.

Según Morin (1997), la delimitación de una parte del universo como objeto de interés específico de una disciplina, era un proceso inevitable del desarrollo del conocimiento humano. Este proceso permitió la producción de una cantidad importante de saberes. Es posible decir que la ciencia moderna se desarrolló gracias al establecimiento de las disciplinas científicas.

De esta manera, la decorticación del universo en diversas parcelas de análisis surgió como un camino prometedor para que los humanos pudiesen acceder a la “verdad” fundamental del mundo y de sí mismos. Surge así lo que conocemos como la hiper-especialización. Cada vez más los objetos de estudio se fueron haciendo más diversos y específicos, de manera tal que había mucho que investigar sobre un objeto en particular. La masa de conocimientos se fue acrecentando rápidamente, y colateralmente, la posibilidad de acceder a una visión global del universo se fue haciendo cada vez más difícil y lejana. Los investigadores se fueron haciendo más especialistas y menos atraídos por la idea de comprender las globalidades del cosmos.

A mediados del siglo XX, cuando los niveles de especialización de las disciplinas científicas eran muy agudos, comienzan a surgir objetos de estudio difíciles de cernir a través de una sola especialidad. Uno de estos objetos de estudio fue el sistema de interrelaciones de los medio naturales. Ni los biólogos, ni los físicos, ni los estadísticos, ni los geólogos, ni los geógrafos, etc., podían dar cuenta de forma completa de este sistema de interrelaciones desde la perspectiva única de su disciplina. Se hacía necesario sumar puntos de vista e informaciones para poder dar una visión de conjunto de este objeto de estudio. Surge así lo que ciertos autores (De Bechillon, 1997; Legendre, 1993; Maingain, Dufour y Fourez, 2002) llaman la pluridisciplinariedad o multidisciplinariedad. De manera literal quiere decir varias disciplinas trabajando juntas en torno a un problema de estudio. Dicho en otras palabras, la multidisciplinariedad consiste en buscar una representación global de un fenómeno sumando los puntos de vista que aportan distintas disciplinas sobre el mismo.

Ahora bien, el hecho de juntar varios puntos de vista para analizar un hecho, no implica necesariamente que se instaure un “diálogo de disciplinas”, es decir, que un punto de vista disciplinar afecte o influencie al de otra disciplina. Cada disciplina puede crear su versión del objeto, sin que ésta afecte la versión de las otras. Por ejemplo, en el estudio de las interrelaciones en el medio natural, el biólogo, al dar su perspectiva sobre los procesos de transformación de la energía en un ser vivo, no influencia necesariamente la perspectiva del geólogo con relación a los procesos energéticos del planeta. No obstante, es necesario reconocer con Morin (1997) que el dialogar de las disciplinas es una posibilidad muy latente cuando éstas se ponen en relación en torno a un fenómeno. Paulatinamente, teorías y conceptos comienzan a trasladarse de una disciplina a la otra, produciendo transformaciones en las mismas disciplinas. Así pues, el diálogo que se estableció entre disciplinas de distinta índole para el estudio de las dinámicas de los medios naturales, permitió que los geólogos comenzasen a tomar más en cuenta los factores biológicos del planeta como elementos fundamentales que afectan la dinámica terrestre. Surgió así el concepto de biosfera en los estudios geológicos. Morin (1997) denomina este diálogo de disciplinas como interdisciplinariedad. Trabajando juntas sobre un mismo objeto, las áreas del saber comienzan a influenciarse mutuamente.

Debemos tener en cuenta también que, del mismo modo que el diálogo de disciplinas posibilita la influencia de unas sobre las otras, también abre el camino a la emergencia de nuevos conceptos, teorías, lenguajes, metodologías, etc. Estos se pueden desarrollar con una independencia y autonomía tales, que pueden instaurarse como nuevas disciplinas, con métodos y objetos de estudio distintos a los de las disciplinas originarias. Es así como surgió el área de estudio que conocemos actualmente como ecología, con su objeto particular de estudio: el ecosistema, y su conceptos fundamentales: poblaciones, comunidades, relaciones tróficas, flujo de la energía, ciclos de los materiales, etc. Se trata aquí de lo que Morin (1997) y De Bechillon (1997) denominan transdisciplinariedad, es decir el proceso que permite la emergencia de nuevos campos de entendimiento a partir del diálogo de disciplinas. Pero la transdisciplinariedad también puede ser entendida, siguiendo a estos autores, como la trasgresión de paradigmas dominantes. Dicho en otras palabras, como la rebelión de ciertos investigadores o grupos de investigación contra la hegemonía conceptual y explicativa de ciertas estructuras cognitivas. El diálogo interdisciplinario abre también las puertas a estas rebeliones. Los investigadores toman el riesgo de salir de cánones establecidos para tratar de ver los problemas de otra manera. Como ejemplo de este tipo de transdisciplinariedad se puede mencionar el principio de incertidumbre propuesto por Heisenberg, quien decidió proponer un “modelo” de átomo renunciando a todo intento de describirlo como un compuesto de partículas y ondas, como lo habían hecho los otros investigadores anteriormente.

De este modo, tenemos tres conceptos relacionados pero distintos: multidisciplinariedad, interdisciplinariedad y transdisciplinariedad. A modo de conclusión de esta primera parte, se propone aquí una definición para cada uno de los mismos:

Multidisciplinariedad: Estudio de un objeto, fenómeno o problema, desde distintos ángulos disciplinarios. No hay aquí una influencia recíproca entre las disciplinas participantes.
Interdisciplinariedad: Estudio de un objeto, fenómeno o problema, a partir de un diálogo de disciplinas en el cual existe una influencia recíproca entre las mismas.
Transdisciplinariedad: Proceso de emergencia de nuevas perspectivas y nuevos saberes a partir del diálogo interdisciplinario y de la rebelión de ciertos investigadores, o grupos de investigación, frente a los paradigmas o las metodologías dominantes.

Interdisciplinariedad y escuela

Como se ha visto hasta ahora, el concepto de interdisciplinariedad surge fundamentalmente en el contexto de la investigación científica. Ahora bien, este concepto ha tenido también una aceptación muy importante en el medio escolar, especialmente lo encontramos en la fundamentación teórica de muchas reformas educativas y la propuesta de estrategias pedagógicas que se pretenden novedosas. Se habla entonces de una “Interdisciplinariedad escolar”, que permitiría superar las diversas problemáticas de la educación formal. Sin embargo, es necesario hacer notar que uno de los problemas álgidos de la “interdisciplinariedad escolar”, es que se trata de un “concepto esponja” que absorbe muchas significaciones. Éstas, conviven simultáneamente, tanto en las proposiciones curriculares, como en el medio de la práctica escolar. Renoir (2004) hace un análisis de la Interdisciplinariedad escolar bajo tres perspectivas epistemológicas: como un fantasma producto del imaginario colectivo, como realidad preexistente o como utopía o proyecto posible en continua construcción.

Como fantasma producto del imaginario, la Interdisciplinariedad escolar se manifiesta en la proposición holística como única salida válida al hecho educativo (Renoir, 2004). Esta propuesta nos indica que hay que ver el todo en su conjunto sin hacer énfasis en los detalles. Ahora bien, es cierto que la visión holística es importante en la construcción de aprendizajes, sin embargo es necesario reconocer que la mente humana amerita, en ciertos momentos de su proceso constructivo, hacer separaciones y divisiones de las informaciones recibidas del medio físico y social. Así pues, la Interdisciplinariedad escolar es vista como la renuncia absoluta a tales divisiones de la información, es decir a toda existencia de disciplinas o asignaturas. Esto es un fantasma imaginario porque va en contra de algunos procesos cognitivos naturales de los humanos. La vía holística es muy importante, pero no la única para explicarnos el universo.

En tanto que realidad preexistente, la Interdisciplinariedad escolar se funda en la idea de que lo real está caracterizado por ser interdisciplinario, es decir por que se puede explicar desde distintos ángulos. En esta visión de las cosas, lo real no sólo existe de forma independiente al ser humano, sino que el conocer mismo tiene también una existencia autónoma con respecto al que conoce. De esta forma, la interdisciplinariedad se impone como absolutamente necesaria en los procesos de enseñanza y aprendizaje ya que ella es expresión de la multitud de caras de lo real. Sin embargo, sin discutir la existencia de lo real independientemente del pensamiento humano, es necesario reconocer que el conocimiento por su lado, no tiene una existencia independiente del ser humano que lo construye. Él es un constructo, y como tal, puede haber diversos tipos y variaciones. No puede haber una sola manera de construir conocimientos, he allí la complejidad y, al mismo tiempo, el valor del conocimiento. El riego de esta visión es que nos conduce a una apreciación simplista de la Interdisciplinariedad escolar en el sentido de que lo único que hay que hacer es enfocar un tema desde distintos ángulos.

En el sentido de utopía posible, la Interdisciplinariedad escolar es un fin a alcanzar pero también a construir. En efecto, no se trata de una meta fija y estática, sino de un fin en continua construcción, que cambia y trasforma junto con nuestros pensamientos e ideas. Esta interdisciplinariedad, abierta como posibilidad continuamente, se funda en una idea del conocimiento como construcción personal y social. Ella emerge de forma espontánea en el marco de una acción educativa orientada hacia los intereses cognitivos y necesidades concretas de una comunidad específica. La Interdisciplinariedad escolar en esta óptica no desecha totalmente la división disciplinar, sin embargo, tiene como centro de gravitación el interés individual y colectivo en la construcción de aprendizajes. Se trata de una vía llena de riesgos y de incertidumbre, que amerita, de parte del docente, un sentido agudo del equilibrio entre la audacia pedagógica y la responsabilidad didáctica.

Audacia pedagógica para poder renunciar a los esquemas tradicionales de transmisión de conocimientos. Se trata de poder ser emergente y abrirse a nuevos paradigmas educativos. Responsabilidad didáctica para reconocer que entre sus funciones como docente está la de comunicar un acervo cultural a las generaciones que está formando. En efecto, la educación formal responde a dos grandes fines, el desarrollo de todas las potencialidades del ser, y la comunicación de generación en generación de un conjunto de saberes construidos socialmente. El primer fin amerita el sentido de audacia pedagógica, el segundo se funda en una conciencia de la responsabilidad didáctica.

Esta última visión de la Interdisciplinariedad escolar es la se juzgamos como la más honesta, auténtica y posible. Ella no es una receta precisa a seguir al pie de la letra. Ella no es un esquema impuesto desde instancias superiores. Ella es un fin a construir en el equilibrio entre nuestra audacia pedagógica y nuestra responsabilidad didáctica. En este sentido, la nueva estrategia de los Proyectos Pedagógicos de Aula (PPA), que ya tiene un tiempo andando en nuestro país, puede tomarse como una vía favorable al desarrollo de una interdisciplinariedad como utopía. Sin embargo, es necesario permanecer alertas y críticos frente a esta estrategia.

En efecto, muchas veces vemos los PPA desde una perspectiva de interdisciplinariedad en tanto que fantasma, donde el discurso de la visión holística nos induce a renunciar a todo conocimiento disciplinario, y a nivel del ejercicio práctico, nos lleva muchas veces a un callejón sin salida donde no hubo desarrollo auténtico de saberes. En otros casos, los PPA se realizan bajo la idea de que es suficiente enfocar un tema desde distintas disciplinas, cuestión que responde a la visión de la interdisciplinariedad como realidad existente. Es posible que aquí lo máximo que se logre es hacer un colage de conocimientos, sin que exista necesariamente un proceso constructivo autónomo y perdurable en el tiempo.

Los PPA desarrollados en una perspectiva de interdisciplinariedad con utopía no renuncian del todo a los conocimientos disciplinarios. Estos se transforman en herramientas para la construcción de saberes propios. Del mismo modo, hay una apertura a otros tipos de conocimientos, como por ejemplo, los tradicionales, los cotidianos, los artesanales y técnicos, etc. Esto implica que es aceptada la división del conocimiento en partes en determinados momentos. Sin embargo, también hay una aceptación de la visión holística en ciertos momentos del proceso educativo. De esta manera se responde a las habilidades innatas de nuestro intelecto de ir de lo general a lo particular y viceversa. Todo esto en un continuo diálogo docente-alumnos, alumnos-alumnos, que sirve de masilla integradora de los saberes que se construyen. En esta dinámica es donde emergen las llamadas competencias. Competencias para buscar la información, para digerirla y tratarla, para comunicarla y discutirla, por ejemplo.

A modo de conclusión

El concepto de interdisciplinariedad proviene fundamentalmente del campo de la investigación científica. Es necesario no confundir los tres términos relacionados de multidisciplinariedad, interdisciplinariedad y transdisciplinariedad. El primero hacer referencia a la mirada de distintas disciplinas sobre un fenómeno determinado, pero no existe una influencia entre una disciplina y otra. El segundo refiere al diálogo que se puede establecer entre las disciplinas donde términos, conceptos, teorías y/o prácticas comienzan a migrar entre las disciplinas. El tercero indica la emergencia de nuevos campos de estudio a partir del diálogo de disciplinas, también designa la rebelión de algunos investigadores frente a ciertos paradigmas dominantes.

Al analizar la Interdisciplinariedad escolar desde la perspectiva de la interdisciplinariedad científica, nos damos cuenta de que deben establecerse claridades al respecto. En efecto, aunque, en estrecha relación, no es equivalente enseñar disciplinas que hacer investigación en una disciplina precisa. Al enseñar disciplinas cumplimos con la responsabilidad didáctica de la educación de comunicar un acervo cultural de una generación a otra generación. Pero si sólo nos concentramos en enseñar disciplinas, no respondemos a la necesaria audacia pedagógica que debemos tener para incentivar el desarrollo integral de las personas, el otro fin fundamental de la educación. Se trata de una dialéctica entre comunicar saberes y motivar el deseo del autodesarrollo de las personas. Cualquier falta de equilibrio en esta dialéctica, ya sea por la renuncia total a las disciplinas o por exceso de disciplinariedad, lleva a la deformación del sentido del hecho educativo. En esta idea, la interdisciplinariedad como una utopía, siempre en construcción, dinámica, y dirigida hacia el desarrollo pleno de la humanidad, es la perspectiva que consideramos como la más apropiada.

 

 

Referencia

  1. De Bechillon, D. (1997). La notion de transdisciplinarité. En M.A.U.S.S. (Mouvement anticulturaliste dans les sciences sociales), Guerre et paix entre les sciences – Disciplinarité, inter et transdisciplinarité, La Découverte, Nº 10, 2e semestre, 185-200.
  2. Legendre, R. (1993). Dictionnaire actuel de l’éducation. 2da edición., Montréal/Paris : Guérin – Eska.
  3. Lenoir, Yves. (2004). La interdisciplinariedad en la escuela: ¿un fantasma, una realidad, una utopía? En: Revista Praxis, No 5. Consultado en: http://www.revistapraxis.cl/ediciones/numero5/lenoir_praxis5.html (19-06-2006)
  4. Maingain, A., Dufour, B. y Fourez, G. (2002). Approches didactiques de l’interdisciplinarité. Colección Perspectives en éducation et formation, Bruxelles : De Boeck Université.
  5. Morin, E. (1997). Sur la transdisciplinarité. En: M.A.U.S.S. (Mouvement anticulturaliste dans les sciences sociales), Guerre et paix entre les sciences – Disciplinarité, inter et transdisciplinarité, La Découverte, No 10, 2º semestre, p. 21-29.
  6. Soca, R. (2004). La fascinante historia de las palabras. Consultado en línea http://www.elcastellano.org/palabra.php?q=escuela (19-06-2006)

 

 

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