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1996_salvadorgarmendia
Título: Salvador Garmendia
¡Y Mérida ¿por qué? Ella ha significado para Briceño una elección. La casa. Muchos años de vida y de meditación a la sombra. La soledad cultivada como una forma de creación, como tiempo esculpido que crea imágenes. Años hace que en esa emboscada de montañas compartimos alguna vez tertulias, cabriolas, sarcasmos, morisquetas, risas satánicas y también nos vimos pasar muchas veces de lejos, indiferentes, sin volver la cabeza. Y es que Mérida es una ciudad de secretos, de susurros, de ventanas que hablan cuando pasamos. Es un centro turístico que no se atreve a perder el recato y también una comunidad cosmopolita, con laboratorios, bibliotecas, auditorios y cientos de jóvenes en las calles, yendo de un lado para otro; pero todo eso está puesto encima, a modo de una inmensa escenografía y nos parece que si pisamos demasiado fuerte la cáscara que la sostiene va a resquebrajarse y dejaremos al descubierto un cultivo secreto, donde pululan las formas de vida más extrañas y primitivas. De la misma manera, bajo la piel de la montaña habitan sortilegios, consejas, supersticiones, secretos que hablan por encima del hombro. Hay un componente sobrenatural que baja a las calles junto con la neblina: entra a los patios y las habitaciones y va creando temblores, sobresaltos y ojos dilatados que se vuelven a los rincones. Los tiempos se confunden. Parece que el paisaje se abre como las páginas minadas de un tratado de alquimia medieval. Huye de esas páginas un coro de brujas y deja atrás un reguero de chispas sulfurosas. Fragmento de Un pequeño relámpago en el fondo de los ojos de Salvador Garmendia (1996)
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