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EL DEL FINAO JUAN del Sr. Alberto García   EL CUENTO DEL CATIRE JUAN MARÍA del Sr. Alberto García    EL ENCANTO de la Sra. Juana Hernández   EL POZO ENCANTADO de Benedo   

 

  EL DEL FINAO JUAN de Alberto García

               Un día llegó el que le decían el sapo, Antonio, siempre se sentaba ahí donde llaman el Sucre.  Se sentaba a conversar todas las tardes, entonces llegaba Juan Bastidas y se sentaba también.  Y le llega Juan Bastidas un día y le dice a Antonio (el sapo):

              -Si  estoy cansao.

              -Y eso ¿por qué?  -dijo el sapo- Dice:

              -Estaba por el lado del Vigía, trayendo una mata de yuca que había sembrao. Y bueno, la tría por detrás. Sí, pues afané mucho porque tuve que arrancar un árbol al que le había pasado la yuca por debajo de las raíces y tuve que componer un rancho que asistían obreros que pasó una yuca por debajo y echó a perder el rancho también, y tuve yo que componelo. Entonces –dice- subí...

              -¿Por qué?

              -Porque la yuca era muy larga  -contestó Juan.

              -Pues entonces yo estoy un poco cansao porque yo estaba para Barquisimeto y tuve en la fábrica de los peroles y resulta que había unos peroles que le tocaban una oreja y no oía en la otra.

              -¡Y esa vaina¡  ¿Esos peroles tan grandes por qué?

              -Pa´ cocinar esa yuca que usted arrancó.... es muy laaarga....

              Y lo jodió, se arrechó Juan Bastidas y ganó pa´la casa.

(Recopilado y transcrito por Dexy Aldana)

 

EL CUENTO DEL CATIRE JUAN MARÍA de Alberto García

              Dizque había un hombre extranjero llamado Juan Antonio Ricci que tenía una tienda donde vive Esther González, entonces, estaba esperando dos cargas de café que le traían en burro, entonces dizque fue, llegaron las cargas de café y se puso el viejo a ayudar a descargar con los amos de las bestias, en eso un burro se echó dos peos, entonces el viejo se tiró al suelo a morirse.  ¡Epa, Juan, qué te pasó¡, dijo la señora y no contestaba, entonces, le echó un vaso de agua en la boca y es que dijo que le había pasao. Volvió en sí, se paró y dijo:

              -No, es que estoy sentenciado a morir de tres peos y me echó dos no más.

(Recopilado y transcrito por Dexy Aldana)

EL ENCANTO de Sra.  Juana Hernández

                Me dice ella –la señora Zenair-, pues mire, el agua tiene algo vivo… ¿por qué?  Porque... Ajá, ella es que... bueno, vivía con la mamá, -la viejita, yo la conocí, la viejita Ramona-  que se le enfermo la viejita y ella para la mano, la comidita ella lavaba con su ropa, ella lavaba ropa, y eso era diario lavando ropa en ese río, la mamita era la que lavaba, entonces se  enfermo la viejita y no podía lavar, entonces ella que tenía un hombre puro atrás de ella, un carajo hombre enamorao, donde iba ella, él y que la perseguía, un día estaba la mamá tan mala, agarró que dijo ella, no, yo voy a lavar la ropa paque usted no pierda su negocito de ropa, a pues bueno, pues ella pensando la vaina que si se iba a lavar por aquí y él hombre le llegaba, y ella le tenía miedo, pues  que hizo el bojote de ropa poaquí por el Chaguaramo y se la amarró en la cabeza y se fue por Punta Brava, por su casa parriba y que subió, a salir por la travesía, allá al pozo de los álamos, allá que había un piedrón, la lavaba escondía que no le llegara el hombre donde fue a lavar, en vez de haberla lavao por aquí, bueno.

                Llegó con su bojote y abajó, y que se puso y mojó así, que ya tenía toda la ropa mojada, mojaba y le echaba jabón y chapoteaba la piedra, cuando que mira ella patrás, siente frío, una brisa fría por el agua, ella siguió remojando, cuando miró parriba y que vio bajar un bojote de hojas y basura y cosas por sobre el agua, como un remolino muy grande que se hizo, ay, y que se quedó mirando, caramba, pero, ella que miró su bojote de ropa y agarrando porque veía bajar mucha basura, cuando que vio bajar un hombrecito, como éste que está aquí, así mismito (se refiere a una talla de Momoy que se encuentra en el museo de San Lázaro) con su sombrerito entre una carreta de palo, una carreta grande, metió, paraíto ahí, y que bajaba, cuando se queda mirando eso, que le paseo por un lao, que ya la tumbaba, dándole,  dándole como con dos paletas, taquiti, taquiti, taquiti, ta, y que agarró aquella ropa y a lo que pudo y salió temblando arriba, zumbó esa vaina en una piedra, y que se volteó a mirar, cuando volteó a mirar  ahí y  es que bajaba la bojote, el bojote de creciente, un agual, mucho, mucho, ah que yo me volvía y lloviznando, voy a volverme a lavar esa ropa no, cuando vuelve a mirar más bastante agua que bajaba atrás de esa carreta, por hay pabajo, dándole al cagüey,  ése si era el encanto, verdad?. Entonces, ¿qué hizo ella? venirse con su bojote de ropa, jarta de jabón, pa la casa de ella, y ella no que se atrevía ni aporrear, a sacudir la ropa, porque el hombre no le fuera a llegar. 

En eso que ella está echando el cuento,  le dije yo, ay señora Zenair, mire yo le voy a echar otro cuento, le dije, usted no sabe que yo ya me moría también de esa broma, ya le voy a decir lo que a mí me pasó, nosotros vivíamos antes por aquí, por los chaguaramos parriba y la casa de nosotros era como un balcón, la gente la veía como aquí, con una escalera, pero por lao de allá, del río, un balcón jalto que dominaba esa vaina, entonces claro yo era muy curiosa, yo me paraba a mirar todo ese gental que pasaba por allá, ay, mire me pasó una cosa de verdad y yo quede, mire, yo me caía de la cama, yo  me caía y no me daba de cuenta, me quedé como enferma, me ponía yo a mirar, dos veces me sucedió eso, me ponía a mirar el agua allá, ay, entonces en vez de ver correr el río pabajo, lo ví correr parriba, pero sí, caminó, subió  parriba y se quedaba así, paraíto, el agua parada, y dos veces que ví yo eso, yo le conté a mamá,  entonces por el amor de dios, cuando, santa maría purísima, como a los tres días, yo me empecé a poner como tonta, pero de ver  visto eso, porque yo me quedaba mirando el agua, por eso yo digo que el agua tiene algo vivo… pero qué contendría eso, yo quiero saber qué pasaba ahí. Yo ví dos veces el río, así, de correr parabajo  lo ví correr parriba, corrió parriba y entonces se paró el agua.

                                            (Recopilado y transcrito por Wilfrido González Rosario y Argenis Valera)

 

EL POZO ENCANTADO de Benedo

Esas son unas peñas abajo en toa la orilla el río, unas peñas muy escandalosas, entonces ai vivía un señor que se llamaba Juan Pedro, trabajaba en la orilla de'sos pozos, así en la orilla de la peña, entonce un día quesque se fue y empezó una llovizna, un páramo que se dice que's miao de arco, cuando él se fijó a buscar onde escamparse quesque vio el pozo de agua ai a la orilla del río, onde llaman las cavernas que hay un pedregal. Se puso amarilliiito, com´una naranja, antonce quesque dijo a zumbale piedras al pozo y se atraca ese maaadre palo deagua, un palo de agua muy fuerte. En ese pozo quesque nace el arco.

A los arcos se le ve así, el reflejo de tres colores, pero a según a los que les ha llegao dicen que tiene la cabeza de caballo, antonce,cuando se va juntando, se va 'ciendo redondo, entonce ique deja la persona en el medio, entonce el oprime y junta la cola con la cabeza. Entonce se lleva las personas pa´llá pa'l pozo, pa pozo encantao, porque dicen que onde hay arco allí hay un encanto; que son los mensajeros de los encantos, los arcos.

(Segundo Simposio de Literatura “Ana Enriqueta Terán”. Centro de Investigaciones Literarias y Lingüísticas “Mario Briceño Iragorry”. ULA-NURR.Trujillo)

 

 

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