Modernidad y autenticidad:
El no ser siendo de lo moderno

(Fuenmayor Arocha, Ramsés Leonardo)
Resumen

Meursault no lloró durante el entierro de su madre. Esta fue la verdadera razón por la cual, según Camus, fue condenado a muerte. Esto fue lo que impidió el indulto o que su castigo fuese disminuido después de asesinar a un árabe.

Al final de la traducción al inglés del "L'Etranger" ("El Extranjero"), aparece un epílogo en el que su autor, 13 años después de la publicación original de la obra, nos brinda una interpretación de la misma. En realidad --nos dice Camus-- Meursault fue condenado porque no "participaba en el juego" social de mentir. "Mentir no es sólo decir lo que no es verdad. Es también, y, de hecho, especialmente, decir más de lo que es verdad y, en el caso de los asuntos del corazón humano, decir más de lo que uno siente" (Camus, 1942, p. 118). Meursault era un hombre auténtico que, por no fingir, por no pretender ser más de lo que era, se convierte en un extranjero de su propia sociedad; a tal punto que, "sin pretensiones heroicas, accede a morir por la verdad" (p. 119). La "verdad" a la que se refiere Camus es la autenticidad: ser lo que se es, no pretender ser lo que no se es. Pero, para Camus, esta verdad es, al mismo tiempo, una virtud, un valor moral positivo. Verdad y virtud, inseparables para los antiguos griegos pero desmembradas por la dominación de la ciencia positiva y de la tecnología, se funden de nuevo en una sola noción: autenticidad. Y "autenticidad" es el nombre positivo de lo que, fenoménicamente, se ofrece originalmente como negativo: no-ser-hipócrita. Pero, ¿qué significa esta autenticidad (no-hipocresía)? ¿Por qué deben los seres humanos ser auténticos? ¿Cuáles son las condiciones históricas que inciden en este rechazo hacia la hipocresía que dirige la pluma de Camus?

Artículo Publicado en ACTUAL Nº 28, Dirección General de Cultura de la Universidad de Los Andes. Mérida, Venezuela. Enero-abril 1994, pp. 85-112.